Blog dedicado a la divulgación de temas de psicología para cualquier persona a la que le interese esta fascinante ciencia.
martes, 28 de abril de 2015
Todo lo que aprendí de mi amiga y ex compi
Es increíble ver y comprobar la diversidad de formas de encarar la vida que existen. Hay gente que se ahoga en un vaso de agua y gente que renace como un ave fénix ante cualquier adversidad. Volvemos a repetir lo de siempre: si miras la realidad con los cristales limpio percibirás el mundo tal y como es. y no te perturbarás innecesariamente. Mi ex compi, llamémosle R, tenía los cristales tremendamente limpios.
Siempre dije que R. había sido mi mejor psicóloga, cuando la que en realidad tenía este tipo de formación era yo. Pero te das cuenta que en temas de la vida, a veces los libros no son suficiente.
Hace dos años ya que empecé a trabajar en mi actual trabajo. Entré en un principio como sustituta de ella, que estaba embarazada de una muñeca preciosa. Cada vez que un paciente entraba por la puerta, lo primero que hacía era preguntarme por ella, cómo estaba, dónde estaba y cuándo iba a volver, ¡algunos hasta me pedían su teléfono!...Yo pensaba: ¡Jolín! ¿Cómo la pueden querer tanto? Y no solo eran los pacientes, ¡todos los compañeros de trabajo la adoraban! Su nombre se repetía en la clínica doscientos millones de veces al día!!
Yo solo había visto a R. de pasada pero no habíamos cruzado ni dos palabras. El día que la conocí lo entendí todo. Su gran arma era la risa, la sonrisa y el tener los pies en la tierra.
Si yo estaba de bajón, me bastaba un café con ella para salir como nueva. Su actitud era increíble, cualquier contratiempo del trabajo era un cachondeo...con ella la vida parecía una escena de Forges.
Todo era más fácil, claramente no eran las situaciones, si no su manera de percibir el mundo, como un lugar maravilloso, lleno de oportunidades, un lugar para pasarlo bien, sin complicarse.
Como la vida es como es, R. y yo nos separamos laboralmente hablando. Una vez más me hizo comprender la misma lección: no es la situación en sí, es como tu te la tomes...y sí, mientras mi rostro se cubría de lágrimas y la ansiedad se apoderaba de mí, yo escuchaba carcajadas suyas al otro lado de la habitación.
Gracias compañera y amiga, por enseñarme que se puede reír en cualquier situación y que las posibilidades son infinitas...!!!
Alicia
martes, 21 de abril de 2015
Te quiero, te adoro y te amo...pero no te necesito!
El título de la entrada de hoy puede parecer chocante, un poco egoísta e incluso prepotente...pero aunque podamos interpretarlo así, ciertamente no deja de ser una verdad como un templo. Y las interpretaciones que susciten solo son una muestra de nuestras ideas irracionales al respecto.
A lo largo de nuestra vida, se nos ha enseñado -y hemos aprendido- que tener pareja es algo necesario, que sin amor la vida no tiene sentido, que sin pareja no podremos tener una vida tan interesante e intensa, que nos vamos a quedar "para vestir santos" y que en pareja, evitamos la soledad, algo que también hemos aprendido que es terrible.
Hemos interiorizado esta creencia irracional hasta el punto de llegar a aguantar relaciones extremadamente tormentosas, hasta dejar de ser quien somos y hasta llegar a faltarnos el respeto a nosotros mismos. No importa el precio, pues peor sería quedarse solo para toda la vida, pensamos.
Estamos nuevamente delante de otra de las necesidades inventadas más extendida: necesito a alguien que me quiera, necesito una pareja para no quedarme solo el resto de mi vida, necesito una pareja porque sin ella, la vida ya no tienen ningún sentido.
Pues bien, nos guste o no, esto es totalmente incierto. No es verdad, porque si fuese verdad, todas aquellas personas que no tienen pareja se habrían suicidado o no habrían podido sobrevivir y esto es totalmente absurdo. Hay gente que incluso decide que no quiere tener pareja y no pasa absolutamente nada, el mundo sigue girando...
Creemos y nos decimos a nosotros mismos que NECESITAMOS a esa pareja. Es lo que Rafael Santandreu llama "necesititis", la enfermedad de las necesidades irreales.
Exigimos al mundo y a la vida que nos conceda una pareja para poder ser feliz, como un niño que exige a su madre que le compre chucherías, pero lo que no comprendemos es que por mucho que exijamos, la pareja no va a caer del cielo y que las cosas no pueden ser siempre como queremos.
Nos decimos a nosotros mismos mediante nuestro autodiálogo interno, que para ser feliz es totalmente necesario tener una pareja, pero nadie nunca ha demostrado que haya una relación lineal entre pareja y felicidad. Hay gente tremendamente feliz que no tienen pareja, por lo tanto, se demuestra que no es una necesidad, solo un deseo.
Es mucho más sano desear, preferir, querer tener pareja pero sin tener que caer en la ansiedad por necesitar tenerla. Ya que si mi idea es que la necesito y no la tengo o no la consigo, me sentiré totalmente desamparado, infeliz, ansioso, neurótico, pero si simplemente es un deseo o una preferencia y no la consigo, me podré sentir triste o contrarieado pero nada más allá ya que seré consciente de que la vida me ofrece muchas más cosas para ser feliz.
El problema de los celos usualmente viene de esta idea. La persona celosa cree necesitar a su pareja. Por lo tanto, en su mente no cabe la posibilidad de que esta le abandone. No podría soportarlo y piensa que se moriría si esto ocurriese. Por eso, irracionalmente, emprende conductas como mirar su teléfono, oler su ropa, preguntarle dónde a estado y con quién cuando vuelve a casa...conductas que no nos van a dar la certeza de que nuestra pareja estará con nosotros para toda la vida y que encima pueden provocar más fácilmente que nos abandone. ¿Hasta dónde llega la irracionalidad?
Por eso, si quieres ser un poco más feliz y vivir más sosegado, es preciso que interiorices esta idea: no necesitas estar en pareja para ser feliz. Necesitas comer, beber y tener algo de cobijo y el resto de cosas, como la pareja, solo son extras en la vida. La vida ofrece millones y millones de opciones que no eres capaz de ver porque estás cegado con esta idea. Bórrala de tu mente y empieza a explorar la vida sin pareja, empieza a vivir en contra de tu creencia de manera que te demuestres a ti mismo que no necesitas algunas cosas que pensabas necesitar para ser feliz.
Llega hasta el punto del amor auténtico...no al hiperromántico, no el que nos enseñan las películas del tipo te quiero pase lo que pase, para siempre y te necesito o mi vida ya no puede funcionar. No, eso es mentira. Y genera neuroticismo. El amor auténtico es aquel en el que vives y disfrutas del momento presente con tu pareja sabiendo que quizá mañana no esté contigo. La mejor manera de querer algo es ser consciente de que alomejor podemos perderlo, pero no pasará nada catastrófico porque no lo necesitamos. Pasarás por un momento malo, penoso, triste, por un duelo...pero al final te darás cuenta de que estabas sobrevalorando la idea de tener pareja.
Empieza cambiando lo que te dices a ti mismo. Demuéstrate que lo que piensas y que los argumentos que te das, son mentira, irreales. Y como son mentira, debes modificarlos por los que se adaptan a la realidad del momento presente. Practica, practica y practica...esa es la clave!
A lo largo de nuestra vida, se nos ha enseñado -y hemos aprendido- que tener pareja es algo necesario, que sin amor la vida no tiene sentido, que sin pareja no podremos tener una vida tan interesante e intensa, que nos vamos a quedar "para vestir santos" y que en pareja, evitamos la soledad, algo que también hemos aprendido que es terrible.
Hemos interiorizado esta creencia irracional hasta el punto de llegar a aguantar relaciones extremadamente tormentosas, hasta dejar de ser quien somos y hasta llegar a faltarnos el respeto a nosotros mismos. No importa el precio, pues peor sería quedarse solo para toda la vida, pensamos.
Estamos nuevamente delante de otra de las necesidades inventadas más extendida: necesito a alguien que me quiera, necesito una pareja para no quedarme solo el resto de mi vida, necesito una pareja porque sin ella, la vida ya no tienen ningún sentido.
Pues bien, nos guste o no, esto es totalmente incierto. No es verdad, porque si fuese verdad, todas aquellas personas que no tienen pareja se habrían suicidado o no habrían podido sobrevivir y esto es totalmente absurdo. Hay gente que incluso decide que no quiere tener pareja y no pasa absolutamente nada, el mundo sigue girando...
Creemos y nos decimos a nosotros mismos que NECESITAMOS a esa pareja. Es lo que Rafael Santandreu llama "necesititis", la enfermedad de las necesidades irreales.
Exigimos al mundo y a la vida que nos conceda una pareja para poder ser feliz, como un niño que exige a su madre que le compre chucherías, pero lo que no comprendemos es que por mucho que exijamos, la pareja no va a caer del cielo y que las cosas no pueden ser siempre como queremos.
Nos decimos a nosotros mismos mediante nuestro autodiálogo interno, que para ser feliz es totalmente necesario tener una pareja, pero nadie nunca ha demostrado que haya una relación lineal entre pareja y felicidad. Hay gente tremendamente feliz que no tienen pareja, por lo tanto, se demuestra que no es una necesidad, solo un deseo.
Es mucho más sano desear, preferir, querer tener pareja pero sin tener que caer en la ansiedad por necesitar tenerla. Ya que si mi idea es que la necesito y no la tengo o no la consigo, me sentiré totalmente desamparado, infeliz, ansioso, neurótico, pero si simplemente es un deseo o una preferencia y no la consigo, me podré sentir triste o contrarieado pero nada más allá ya que seré consciente de que la vida me ofrece muchas más cosas para ser feliz.
El problema de los celos usualmente viene de esta idea. La persona celosa cree necesitar a su pareja. Por lo tanto, en su mente no cabe la posibilidad de que esta le abandone. No podría soportarlo y piensa que se moriría si esto ocurriese. Por eso, irracionalmente, emprende conductas como mirar su teléfono, oler su ropa, preguntarle dónde a estado y con quién cuando vuelve a casa...conductas que no nos van a dar la certeza de que nuestra pareja estará con nosotros para toda la vida y que encima pueden provocar más fácilmente que nos abandone. ¿Hasta dónde llega la irracionalidad?
Por eso, si quieres ser un poco más feliz y vivir más sosegado, es preciso que interiorices esta idea: no necesitas estar en pareja para ser feliz. Necesitas comer, beber y tener algo de cobijo y el resto de cosas, como la pareja, solo son extras en la vida. La vida ofrece millones y millones de opciones que no eres capaz de ver porque estás cegado con esta idea. Bórrala de tu mente y empieza a explorar la vida sin pareja, empieza a vivir en contra de tu creencia de manera que te demuestres a ti mismo que no necesitas algunas cosas que pensabas necesitar para ser feliz.
Llega hasta el punto del amor auténtico...no al hiperromántico, no el que nos enseñan las películas del tipo te quiero pase lo que pase, para siempre y te necesito o mi vida ya no puede funcionar. No, eso es mentira. Y genera neuroticismo. El amor auténtico es aquel en el que vives y disfrutas del momento presente con tu pareja sabiendo que quizá mañana no esté contigo. La mejor manera de querer algo es ser consciente de que alomejor podemos perderlo, pero no pasará nada catastrófico porque no lo necesitamos. Pasarás por un momento malo, penoso, triste, por un duelo...pero al final te darás cuenta de que estabas sobrevalorando la idea de tener pareja.
Empieza cambiando lo que te dices a ti mismo. Demuéstrate que lo que piensas y que los argumentos que te das, son mentira, irreales. Y como son mentira, debes modificarlos por los que se adaptan a la realidad del momento presente. Practica, practica y practica...esa es la clave!
domingo, 12 de abril de 2015
La importancia del Análisis Funcional en psicología
El análisis funcional es una de las herramientas claves que se usan en psicología. Se utiliza con el objetivo de organizar la información que el paciente nos ha facilitado de manera que podamos formular hipótesis sobre cuál es el origen del problema que nos presenta el paciente, cómo se presenta el problema y por qué se está manteniendo en la actualidad. Al organizar la información de esta manera, nos será más fácil explicar e hipotetizar sobre cómo se ha desarrollado el problema, por qué sigue y cómo podríamos tratarlo. Además, la presentación de toda la información así organizada, facilita la comprensión por parte del paciente, algo que le puede ayudar en el proceso de cambio.
Para realizar un buen análisis funcional, partimos de la base de que toda conducta tiene unos antecentes y unos consecuentes. Además, las conductas problema pueden presentarse en tres niveles de respuesta: cognitivo (pensamientos, recuerdos, imágenes mentales...), emocional/fisiológico (ansiedad, tristeza, insomnio, hiperfagia, temblores...) y conductual (dar explicaciones, vomitar, comprobar algo, evitar una situación...).
Por lo tanto, el primer paso para realizar un análisis funcional es averiguar de qué se queja el paciente, por qué viene a consulta, cuál es su problema (o problemas) y ordenar esta información según el triple sistema de respuesta y también en función de su duración, frecuencia e intensidad.
Por ejemplo: Paciente con trastorno obsesivo-compulsivo. El motivo de consulta es que está preocupado por que cada vez que toca algún objeto que ha tocado otra persona o algo que pudeira estar sucio, piensa que se va a contaminar y necesita lavarse las manos hasta notar que ya está limpio.
Respuesta a nivel cognitivo: pensar que me voy a contaminar, pensar que si toco a mi hijo lo puedo contaminar, pensar que algo sucio me puede transmitir una enfermedad, imaginar que mi cuerpo se contamina por mi culpa...etc.
Respuesta a nivel emocional/fisológico: ansiedad intensa y duradera, miedo intenso, aumento de la frecuencia cardíaca, sudores, temblores...
Respuesta a nivel conductual: lavarse las manos con jabón y luego frotarlas alcohol durante 15 minutos aproximadamente.
Como dijimos, las conductas problemas tienen unos antecedentes y unos consecuentes.
Con antecedentes nos referimos a aquellas situaciones, hechos, circunstancias ambientales, etc que facilitan que se produzca la conducta problema. Los antecedentes pueden ser variables de personalidad, que predisponen a que se pueda producir el problema pero no tienen por qué determinarlo (la personalidad perfeccionista en el TOC, por ejemplo). También pueden ser hechos históricos que ocurrieron en la vida de una persona en un momento determinado (problemas dermatológicos en la infancia), ciertos aprendizajes (madre muy estricta con la limpieza y el aseo). Por otro lado, existen antecedentes más inmediatos que más que predisponer, precipitan la ocurrencia de las conductas problema. Por ejemplo, en nuestro caso particular, entrar en un baño público, coger el bolígrafo que han cogido otras personas...
Los antecedentes nos ayudan a conocer cómo se originó el problema, que es lo que lo ha predispuesto y qué es lo que lo precipita. En ocasiones, eliminando antecedentes podemos ayudar a disminuir o eliminar ciertas conductas problemas, pero no en todos los casos es así, pues hay ciertos estímulos que no se pueden quitar. Por ejemplo, en nuestro caso en concreto, no tendría sentido que el paciente dejara de entrar en un baño público y que de esta manera dejara de tener obsesiones y compulsiones sobre contaminación/limpieza ya que alguna vez, no le quedará más remedio que entrar. Sin embargo, en un caso de obesidad si sería recomendable manejar los estímulos antecedentes (que el paciente no comprar dulces, que se lavara los dientes tras cada comida, que vaya a hacer la compra con el dinero justo...)
Por otro lado tenemos las consecuencias. Estas tienen lugar inmediatamente después de que se produzca la conducta problema y también a largo plazo. Son las mantenedoras de los problemas del paciente y las que son a corto plazo tienen más poder para mantener la conducta que las que son a largo plazo. Tras las consecuencias se producen las contingencias, es decir, los refuerzos y castigos que hacen que la conducta se vuelva a producir o no en un futuro y se cronifique. Por ejemplo, en nuestro caso de TOC. La consecuencia de lavarse las manos con jabón y alcohol sería aliviar la ansiedad que siente la persona por creer que se va a contaminar. Este hecho ejerce de refuerzo de la conducta, ya que el alivio es algo positivo con el que se elimina un malestar (la ansiedad). El paciente, de esta manera, no puede comprobar si sus creencias sobre la contaminación son ciertas ni tampoco se habitúa a su ansiedad, por lo que nunca se reduce. La próxima vez actuará de la misma manera ya que "le sirve" para quitarse la ansiedad (momentáneamente). A largo plazo, aumentará su ansiedad aún más, se sentirá como un bicho raro, limitará su vida, por lo que pueden aparecer sentimientos de depresión, baja autoestima...etc.
Por lo tanto, como se puede deducir del análisis funcional, el tratamiento irá enfocado sobretodo a eliminar las conductas compulsivas de limpieza del paciente para que no se produzca ese alivio que actúa de refuerzo, si no que el paciente se exponga a ese miedo, a esa ansiedad a contaminarse y compruebe como en realidad esto no ocurre y fisiológicamente su ansiedad vaya disminuyendo poco a poco. Por otro lado, la terapia cognitiva sobre los pensamientos irracionales de contaminación sería recomendable. Aunque en concreto los pacientes con toc saben que sus ideas obsesivas son irracionales y absurdas (egodistónicas), la terapia sobre los pensamientos puede ayudar y apoyar a la terapia conductual.
Espero que os sirva de ayuda...hasta el próximo post!! =)
Para realizar un buen análisis funcional, partimos de la base de que toda conducta tiene unos antecentes y unos consecuentes. Además, las conductas problema pueden presentarse en tres niveles de respuesta: cognitivo (pensamientos, recuerdos, imágenes mentales...), emocional/fisiológico (ansiedad, tristeza, insomnio, hiperfagia, temblores...) y conductual (dar explicaciones, vomitar, comprobar algo, evitar una situación...).
Por lo tanto, el primer paso para realizar un análisis funcional es averiguar de qué se queja el paciente, por qué viene a consulta, cuál es su problema (o problemas) y ordenar esta información según el triple sistema de respuesta y también en función de su duración, frecuencia e intensidad.
Por ejemplo: Paciente con trastorno obsesivo-compulsivo. El motivo de consulta es que está preocupado por que cada vez que toca algún objeto que ha tocado otra persona o algo que pudeira estar sucio, piensa que se va a contaminar y necesita lavarse las manos hasta notar que ya está limpio.
Respuesta a nivel cognitivo: pensar que me voy a contaminar, pensar que si toco a mi hijo lo puedo contaminar, pensar que algo sucio me puede transmitir una enfermedad, imaginar que mi cuerpo se contamina por mi culpa...etc.
Respuesta a nivel emocional/fisológico: ansiedad intensa y duradera, miedo intenso, aumento de la frecuencia cardíaca, sudores, temblores...
Respuesta a nivel conductual: lavarse las manos con jabón y luego frotarlas alcohol durante 15 minutos aproximadamente.
Como dijimos, las conductas problemas tienen unos antecedentes y unos consecuentes.
Con antecedentes nos referimos a aquellas situaciones, hechos, circunstancias ambientales, etc que facilitan que se produzca la conducta problema. Los antecedentes pueden ser variables de personalidad, que predisponen a que se pueda producir el problema pero no tienen por qué determinarlo (la personalidad perfeccionista en el TOC, por ejemplo). También pueden ser hechos históricos que ocurrieron en la vida de una persona en un momento determinado (problemas dermatológicos en la infancia), ciertos aprendizajes (madre muy estricta con la limpieza y el aseo). Por otro lado, existen antecedentes más inmediatos que más que predisponer, precipitan la ocurrencia de las conductas problema. Por ejemplo, en nuestro caso particular, entrar en un baño público, coger el bolígrafo que han cogido otras personas...
Los antecedentes nos ayudan a conocer cómo se originó el problema, que es lo que lo ha predispuesto y qué es lo que lo precipita. En ocasiones, eliminando antecedentes podemos ayudar a disminuir o eliminar ciertas conductas problemas, pero no en todos los casos es así, pues hay ciertos estímulos que no se pueden quitar. Por ejemplo, en nuestro caso en concreto, no tendría sentido que el paciente dejara de entrar en un baño público y que de esta manera dejara de tener obsesiones y compulsiones sobre contaminación/limpieza ya que alguna vez, no le quedará más remedio que entrar. Sin embargo, en un caso de obesidad si sería recomendable manejar los estímulos antecedentes (que el paciente no comprar dulces, que se lavara los dientes tras cada comida, que vaya a hacer la compra con el dinero justo...)
Por otro lado tenemos las consecuencias. Estas tienen lugar inmediatamente después de que se produzca la conducta problema y también a largo plazo. Son las mantenedoras de los problemas del paciente y las que son a corto plazo tienen más poder para mantener la conducta que las que son a largo plazo. Tras las consecuencias se producen las contingencias, es decir, los refuerzos y castigos que hacen que la conducta se vuelva a producir o no en un futuro y se cronifique. Por ejemplo, en nuestro caso de TOC. La consecuencia de lavarse las manos con jabón y alcohol sería aliviar la ansiedad que siente la persona por creer que se va a contaminar. Este hecho ejerce de refuerzo de la conducta, ya que el alivio es algo positivo con el que se elimina un malestar (la ansiedad). El paciente, de esta manera, no puede comprobar si sus creencias sobre la contaminación son ciertas ni tampoco se habitúa a su ansiedad, por lo que nunca se reduce. La próxima vez actuará de la misma manera ya que "le sirve" para quitarse la ansiedad (momentáneamente). A largo plazo, aumentará su ansiedad aún más, se sentirá como un bicho raro, limitará su vida, por lo que pueden aparecer sentimientos de depresión, baja autoestima...etc.
Por lo tanto, como se puede deducir del análisis funcional, el tratamiento irá enfocado sobretodo a eliminar las conductas compulsivas de limpieza del paciente para que no se produzca ese alivio que actúa de refuerzo, si no que el paciente se exponga a ese miedo, a esa ansiedad a contaminarse y compruebe como en realidad esto no ocurre y fisiológicamente su ansiedad vaya disminuyendo poco a poco. Por otro lado, la terapia cognitiva sobre los pensamientos irracionales de contaminación sería recomendable. Aunque en concreto los pacientes con toc saben que sus ideas obsesivas son irracionales y absurdas (egodistónicas), la terapia sobre los pensamientos puede ayudar y apoyar a la terapia conductual.
Espero que os sirva de ayuda...hasta el próximo post!! =)
jueves, 9 de abril de 2015
¿Cómo puedo superar mi ansiedad social?
Como ya explicamos en anteriores post, la ansiedad es un mecanismo biológico y universal que nos prepara y ayuda a afrontar y a adaptarnos a determinadas situaciones que pueden implicar una amenaza.
Gracias a ella el ser humano a conseguido sobrevivir y adaptarse al medio externo y sin ella, seguramente se habría extinguido. Por lo tanto, la ansiedad no es mala per se, como se suele pensar. Al contrario, es sumamente beneficiosa cuando nos encontramos en una situación de peligro.
El problema surge cuando las situaciones que nos provocan esta respuesta de ansiedad no son realmente situaciones peligrosas ni amenazas. No vamos a morir en esas situaciones ni nos va a ocurrir nada malo, pero nosotros creemos que sí. Es decir, somos nosotros mismos, con nuestro propio diálogo interno, los que nos decimos: ¡No puedo soportar esta situación!, ¡Necesito salir de aquí o pasará algo terrible!
En el caso de la ansiedad social, o en su caso más extremo, la fobia social, existe un miedo extremo a ser evaluado de forma negativa por las demás personas. La persona piensa que los demás van a hablar mal de él, van a hacer bromas sobre él o le van a rechazar y la posibilidad de que esto ocurra es intolerable para el sujeto, por lo que tiende a escapar o a evitar este tipo de situaciones o a soportarlas con un nivel de ansiedad exageradamente alto. Este miedo, en realidad, responde a un miedo social adaptativo ya que hace millones de años el ser aceptado y pertenecer a un grupo social era determinante para la supervivencia por lo que hay cierta heredabilidad en este tipo de comportamientos pero no es determinante para que se desarrolle el trastorno, por lo que hay cosas con las que podemos trabajar...¡afortunadamente!
Además de la herencia o la genética, ciertos aprendizajes debidos a experiencias (normalmente en la infancia) predisponen a estos miedos sociales. Por ejemplo, la forma de actuación social de nuestros padres y demás familiares, las ideas más o menos acertadas que la familia y la sociedad nos inculca sobre cómo debemos actuar en una interacción social, las interacciones sociales que hemos tenido o el repertorio de habilidades sociales que hayamos adquirido a lo largo de nuestra vida, influirán también en el desarrollo o no de este tipo de ansiedad.
Como ya hemos comentado, no son las situaciones las provocadoras de nuestros estados emocionales, cómo la ansiedad, la tristeza, la culpa, la vergüenza... Los que provocan nuestras respuestas a nivel emocional son los pensamientos. También influyen las conductas que llevamos o no llevamos a cabo, pero al final estas influyen porque refuerzan o no nuestros pensamientos. Por lo tanto, el trabajo para superar la ansiedad social hay que hacerlo con los pensamientos y con la formas de actuación que ponemos en práctica.
Si estoy en una situación social y, mediante mis pensamientos o imágenes mentales, me estoy diciendo a mí mismo que voy a ser evaluado de forma negativa por el grupo, que se va a hablar mal de mí, que no estoy a la altura, que voy a ser rechazado o que voy a hacer el ridículo, lo más normal es que instantáneamente sienta una respuesta de ansiedad porque yo estoy considerando esta situación un verdadero peligro para mí aunque realmente no lo sea, pero yo lo interpreto y lo siento así.
Es decir, la persona ya anticipa que algo negativo va a ocurrir, aunque no sepa realmente si esto será así o no. Al tener esa respuesta tan elevada de ansiedad, la persona huye de la situación o la evita. De esta forma, se libra de ese "peligro" irreal, se siente aliviado pues su ansiedad desciende. Al no afrontar la situación, no comprueba si sus pensamientos sobre "peligro" son reales, de hecho, ahora pensará que son más reales y los creerá aún con más fuerza. Tampoco le da tiempo a la ansiedad a que descienda, ya que la ansiedad sigue una curva que, al llegar a un punto, comienza a descender hasta niveles normales de activación.
Por lo tanto, para superar la ansiedad social:
1) Hay que exponerse a las situaciones "riesgo" o "pelirgosas", aquellas que te provocan ansiedad. La forma de exposición deberá ser gradual ¡para que no te desmotives! y esta será la única manera de que compruebes que aquello que anticipas no ocurre y no hay nada que temer. Además te habituarás a la situación, te acostumbrarás a esos síntomas de ansiedad y estos descenderán poco a poco.
2) ¿Y si realmente la gente me rechazan o me evalúan negativamente? En este punto es necesaria la terapia cognitiva, es decir, con tus propios pensamientos negativos. Pongamos el caso de que la gente te rechaza, algo que puede ser posible con algunas personas, aunque bastante improbable que ocurra con todas las personas del grupo. Pero pongamos el caso: ¿Qué es lo peor que puede ocurrir? ¿Qué cosa tan mala pasa si alguien te evalúa de forma negativa? ¿Necesitas la evaluación positiva de esa persona para algo? ¿Para qué la necesitas? ¿Qué haces con esa aprobación? ¿Qué te aporta? ¿Todo lo que esa persona dice de ti, es real? ¿O se está basando en su propia interpretación?
Es en ese punto donde debes discutir con tus propios pensamientos, identificarlos, ponerlos frente a ti y cuestionar su veracidad, su utilidad. Indagar dónde está tu miedo y si este tiene fundamento o no.
3) Algo también importante es saber qué repertorio de habilidades sociales tienes. Seguramente, si llevas toda la vida evitando situaciones e interacciones sociales, no habrás podido aprender y practicar estas habilidades y puede que tu competencia social esté dañada (aunque no siempre es así). En el caso de que así sea, habrá que hacer un entrenamiento en habilidades sociales para desarrollar competencias óptimas y adecuadas en este sentido y que la persona se sienta más eficaz y desarrolle mayor autconfianza.
¡Hasta el próximo post!
Gracias a ella el ser humano a conseguido sobrevivir y adaptarse al medio externo y sin ella, seguramente se habría extinguido. Por lo tanto, la ansiedad no es mala per se, como se suele pensar. Al contrario, es sumamente beneficiosa cuando nos encontramos en una situación de peligro.
El problema surge cuando las situaciones que nos provocan esta respuesta de ansiedad no son realmente situaciones peligrosas ni amenazas. No vamos a morir en esas situaciones ni nos va a ocurrir nada malo, pero nosotros creemos que sí. Es decir, somos nosotros mismos, con nuestro propio diálogo interno, los que nos decimos: ¡No puedo soportar esta situación!, ¡Necesito salir de aquí o pasará algo terrible!
En el caso de la ansiedad social, o en su caso más extremo, la fobia social, existe un miedo extremo a ser evaluado de forma negativa por las demás personas. La persona piensa que los demás van a hablar mal de él, van a hacer bromas sobre él o le van a rechazar y la posibilidad de que esto ocurra es intolerable para el sujeto, por lo que tiende a escapar o a evitar este tipo de situaciones o a soportarlas con un nivel de ansiedad exageradamente alto. Este miedo, en realidad, responde a un miedo social adaptativo ya que hace millones de años el ser aceptado y pertenecer a un grupo social era determinante para la supervivencia por lo que hay cierta heredabilidad en este tipo de comportamientos pero no es determinante para que se desarrolle el trastorno, por lo que hay cosas con las que podemos trabajar...¡afortunadamente!
Además de la herencia o la genética, ciertos aprendizajes debidos a experiencias (normalmente en la infancia) predisponen a estos miedos sociales. Por ejemplo, la forma de actuación social de nuestros padres y demás familiares, las ideas más o menos acertadas que la familia y la sociedad nos inculca sobre cómo debemos actuar en una interacción social, las interacciones sociales que hemos tenido o el repertorio de habilidades sociales que hayamos adquirido a lo largo de nuestra vida, influirán también en el desarrollo o no de este tipo de ansiedad.
Como ya hemos comentado, no son las situaciones las provocadoras de nuestros estados emocionales, cómo la ansiedad, la tristeza, la culpa, la vergüenza... Los que provocan nuestras respuestas a nivel emocional son los pensamientos. También influyen las conductas que llevamos o no llevamos a cabo, pero al final estas influyen porque refuerzan o no nuestros pensamientos. Por lo tanto, el trabajo para superar la ansiedad social hay que hacerlo con los pensamientos y con la formas de actuación que ponemos en práctica.
Si estoy en una situación social y, mediante mis pensamientos o imágenes mentales, me estoy diciendo a mí mismo que voy a ser evaluado de forma negativa por el grupo, que se va a hablar mal de mí, que no estoy a la altura, que voy a ser rechazado o que voy a hacer el ridículo, lo más normal es que instantáneamente sienta una respuesta de ansiedad porque yo estoy considerando esta situación un verdadero peligro para mí aunque realmente no lo sea, pero yo lo interpreto y lo siento así.
Es decir, la persona ya anticipa que algo negativo va a ocurrir, aunque no sepa realmente si esto será así o no. Al tener esa respuesta tan elevada de ansiedad, la persona huye de la situación o la evita. De esta forma, se libra de ese "peligro" irreal, se siente aliviado pues su ansiedad desciende. Al no afrontar la situación, no comprueba si sus pensamientos sobre "peligro" son reales, de hecho, ahora pensará que son más reales y los creerá aún con más fuerza. Tampoco le da tiempo a la ansiedad a que descienda, ya que la ansiedad sigue una curva que, al llegar a un punto, comienza a descender hasta niveles normales de activación.
Por lo tanto, para superar la ansiedad social:
1) Hay que exponerse a las situaciones "riesgo" o "pelirgosas", aquellas que te provocan ansiedad. La forma de exposición deberá ser gradual ¡para que no te desmotives! y esta será la única manera de que compruebes que aquello que anticipas no ocurre y no hay nada que temer. Además te habituarás a la situación, te acostumbrarás a esos síntomas de ansiedad y estos descenderán poco a poco.
2) ¿Y si realmente la gente me rechazan o me evalúan negativamente? En este punto es necesaria la terapia cognitiva, es decir, con tus propios pensamientos negativos. Pongamos el caso de que la gente te rechaza, algo que puede ser posible con algunas personas, aunque bastante improbable que ocurra con todas las personas del grupo. Pero pongamos el caso: ¿Qué es lo peor que puede ocurrir? ¿Qué cosa tan mala pasa si alguien te evalúa de forma negativa? ¿Necesitas la evaluación positiva de esa persona para algo? ¿Para qué la necesitas? ¿Qué haces con esa aprobación? ¿Qué te aporta? ¿Todo lo que esa persona dice de ti, es real? ¿O se está basando en su propia interpretación?
Es en ese punto donde debes discutir con tus propios pensamientos, identificarlos, ponerlos frente a ti y cuestionar su veracidad, su utilidad. Indagar dónde está tu miedo y si este tiene fundamento o no.
3) Algo también importante es saber qué repertorio de habilidades sociales tienes. Seguramente, si llevas toda la vida evitando situaciones e interacciones sociales, no habrás podido aprender y practicar estas habilidades y puede que tu competencia social esté dañada (aunque no siempre es así). En el caso de que así sea, habrá que hacer un entrenamiento en habilidades sociales para desarrollar competencias óptimas y adecuadas en este sentido y que la persona se sienta más eficaz y desarrolle mayor autconfianza.
¡Hasta el próximo post!
sábado, 28 de marzo de 2015
Aunque no sea necesario, lo necesito
El pasado martes empezábamos un nuevo día escuchando una fatídica noticia: se ha estrellado en los Alpes un avión que viajaba desde Barcelona con destino Dusseldorf . No hay supervivientes, el avión estuvo descendiendo durante ocho minutos y tampoco hubo contacto por parte de los pilotos con los controladores.
Enseguida los medios de información comenzaron a exponernos las posibles hipótesis sobre la causa de la tragedia. ¿Atentado terrorista?, ¿explosión?, ¿fallo del motor?
Todo era inexplicable, pero lo que nadie podía pensar es que, tras analizar el contenido de las cajas negras, la hipótesis más apoyada iba a ser el suicidio de uno de los pilotos aprovechando que el otro iba al baño a hacer sus necesidades. Una vez más, la realidad supera a la ficción.
¿Qué es lo que puede albergar la mente de una persona para querer acabar con su vida en un avión y con la de 149 personas más?, ¿Por qué un joven piloto con tan solo 28 años decide estrellar un avión y crear una catástrofe de semejante envergadura?
Andreas Lubitz, que es como se llamaba el piloto, llevaba años padeciendo depresión y crisis de ansiedad. Actualmente se encontraba de baja, algo que había ocultado a la empresa para seguir volando.
Estaba obsesionado con los aviones y con todo lo que fuese volar. Un amigo suyo contaba que quería ser piloto por encima de todo y que si no hubiese pasado las pruebas se habría muerto. Es decir, Andreas necesitaba ser piloto, estaba obsesionado con esa idea y no podía ser feliz si no conseguía lo que quería –o necesitaba- . Por lo que cuentan sus allegados, su pensamiento era rígido y polarizado, de todo o nada: o soy piloto o me muero.
El caso es que su necesidad –no necesaria- ya había sido cubierta, aunque no sabemos si hasta el punto que el demandaba. Él ya había conseguido cumplir su sueño de llegar a ser piloto y volar, hasta el punto de no querer dejar de volar incluso estando de baja. Seguramente, su voz interior rezaba de la siguiente manera: “O soy piloto o seré un auténtico fracasado”, “Necesito ser piloto y llegar a ser alguien en la vida para ser completamente feliz, si no será terrible y no podré soportarlo”
Es cierto que tener un sueño o un deseo es algo legítimo y luchar por conseguirlo lo es aún más, pero eso no significa que lo que deseamos es necesario para ser feliz ni para sobrevivir. Muchas personas confunden necesidad con preferencia y aquí es donde comienza la neurosis y las emociones negativas, ya que si por circunstancias de la vida no consiguen lo que quieren, se hunden y si lo consiguen, seguramente no se sentirán nunca del todo satisfechos ni contentos y vendrán a su mente otras necesidades inventadas igual de poco necesarias.
Ciertamente, lo único que un ser humano necesita para estar bien y vivir es comida, agua, cierto nivel de salud y cobijo. El resto de cosas, son extras que no se merecen el calificativo de necesidad. Está bien y es deseable tener un buen puesto de trabajo y ser exitoso, tener un piso en propiedad, tener pareja e hijos, etc… pero nos guste o no, no son cosas necesarias. La necesidad solo está en nuestra mente y nos la autoimponemos nosotros mismos.
No necesitamos que nuestra pareja nos quiera para toda la vida, ni tener hijos, ni un coche grande y lujoso, ni un móvil de última generación, ni ser respetados por la gente…Es algo positivo y deseable, que a cualquiera nos gustaría, pero rotundamente no es necesario.
Hay gente que decide operarse los pechos, por poner un ejemplo, porque necesitan tener un “buen físico”, “una imagen”, “ser más femenina”. La verdad es que tener los pechos más o menos grandes no le va a dar a nadie la felicidad. No es necesario. Hay gente que tiene pechos pequeños y es muy feliz por lo tanto, no es algo vital ni importante. Y si tú lo sientes así, es porque tu te estás diciendo a ti misma: “Si tengo los pechos pequeños, no tendré éxito ni seré atractiva y por lo tanto mi vida no tendrá sentido”, “Si tengo los pechos pequeños no tendré la aprobación que necesito”
¿Aprobación? ¿Para qué quieres la aprobación? ¿Para qué la necesitas? ¿Qué haces con ella? ¿Qué es lo que ocurre si no la tienes? ¿Se acaba el mundo? ¿Mueres?
Las personas tenemos la tendencia a pensar de manera irracional y falsa y a hacernos daño a nosotros mismos con nuestro autodiálogo. Necesitamos cosas que no son necesarias y exigimos al mundo, a los demás y nosotros mismos cosas que no tienen por qué ser ni por qué salir como nosotros queremos y la vida sigue y no pasa nada. Existen otras cosas que nos pueden hacer igual de felices, o incluso más, que las cosas que creemos necesitar.
Además, la chica que necesita pechos más grandes, hoy necesitará esto y mañana estará acomplejada con su nariz. El problema no está en el físico, si no en su cabeza. Y esto es solo un ejemplo de las muchas necesidades que exigimos sean cumplidas y que lo único que hacen es provocarnos infelicidad, frustración, insatisfacción…
Puede ser que fuese esto lo que le ocurriera a Andreas. Ya había conseguido ser piloto, ser “alguien” , pero quizá ahora necesitaba algo más…¿ser un piloto famoso y reconocido? ¿hacer historia? ¿Salir en televisión y en las noticias? ¿Qué todo el mundo recordase su nombre? ¿Qué alguien como yo escriba un artículo sobre él? ¿Es posible que ser un simple piloto o copiloto se le quedase pequeño?
Desde luego aquí hay un debate abierto y nunca podremos preguntarle a Andreas qué es lo que se le pasaba por la cabeza para llevar a cabo esta salvajada, pero si sus necesidades iban aún más allá, sin lugar a dudas ya ha conseguido lo que quería. Será recordado por el accidente que provocó, se hablará de él durante un tiempo en todos los medios e incluso puede que alguien se lance a hacer una película sobre este suceso…pero Andreas ya no estará para “saborear” su nuevo triunfo.
martes, 9 de diciembre de 2014
¿Por qué soy o no soy socialmente hábil?
Seguramente, si no tienes demasiada relación con el
mundo de la psicología, la palabra asertividad te suene a chino, pero quizá si
la cambio por habilidades de intereacción o habilidades sociales la cosa cambie.
La asertividad podría definirse como la capacidad que tiene una persona de
expresar y respetar sus propias opiniones, creencias, valores y derechos sin
dañar los de la persona con la que interactúa. Dicho de otra manera, la persona
asertiva comunica y defiende de manera directa lo que piensa sin agredir ni
faltar al respeto a la otra persona, si no llegando a un acuerdo donde ambos
interlocutores salgan beneficiados.
Aunque así definido parezca algo muy simple, y lo
es, para muchas personas, llevarlo a cabo, es más complicado de lo que creemos.
Ser asertivo es un arte y existe un por qué de que algunas personas lo sean y
otras no.
Como sabemos, las personas no nacen con una
personalidad ya configurada. Es cierto que la genética juega un papel
importante, pero el aprendizaje posterior a lo largo de la vida juego un papel
más importante aún. Esta noticia es muy positiva, porque significa que puedo
aprender habilidades nuevas, más adaptativas o desaprender otras que no me
benefician. Por lo tanto, la asertividad es algo que puede entrenarse. Pero,
¿por qué algunas personas salen siempre airosas de todas las situaciones y yo
no? ¿Por qué Miguel, que prestó su libro a Carlos y que este no se lo devuelve
desde hace meses, es incapaz de reclamárselo? ¿Por qué María no es capaz de
decirle a su jefe que se acabó echar horas extras? ¿Por qué Javier percibe que
a la gente le cuesta acercarse a él o le rehúyen?
Para entender esto, primero es necesario descubrir y
explicar los tres estilos de comunicación típicos: el agresivo, el pasivo y el
asertivo.
El estilo agresivo: Quiere imponer sus derechos a
toda costa sin tener en cuenta los derechos del otro. Piensan que las cosas
tienen que salir como ellos desean siempre y el resto no importa. Suelen
mantener un contacto ocular directo pero retador, agresivo. El tono de voz
normalmente es muy alto y amenazante. En el fondo, la autoestima de estas
personas es baja y esa prepotencia no es más que una coraza.
El estilo pasivo: Estas personas anteponen los
derechos de los demás a los suyos propios. Dicho con otras palabras, se faltan
el respeto a sí mismos. La voz suele ser entrecortada y bajita. El contacto
ocular escaso y temeroso. Piensan que pueden molestar u ofender a los demás. No
atribuyen importancia a sus propias convicciones o pensamientos, sin embargo a
las de los demás sí. La autoestima de estas personas también es baja además de
acompañarse de una gran necesidad de aceptación.
El estilo asertivo: A diferencia de los anteriores,
la persona asertiva ni falta el respeto a los demás ni se lo falta a sí mismo.
Consigue sus objetivos y expresa sus sentimientos y pensamientos de manera
directa, sin rodeos y sin faltar el respeto a los otros. El tono de voz es alto
y claro, pero sin ser agresivo. El contacto ocular es firme pero sin ser
amenazador. Su postura es relajada. Muestra seguridad en sí mismo y en lo que
está diciendo. Piensa que sus derechos son importantes pero que también son
importantes y valiosos los derechos de su interlocutor, por lo que intenta que
todos lleguen a acuerdo. Su autoestima es óptima, no se cree superior pero
tampoco inferior.
Como puedes comprobar las diferencias son claras. El
por qué de estas diferencias es debido a:
-
El aprendizaje: Hemos comentado antes
que la conducta asertiva se aprende y se va interiorizando en la personalidad
como un hábito o patrón de conducta. Las personas aprendemos conductas por
aprendizaje vicario e imitación y las mantenemos por refuerzos o castigos. Si
una conducta asertiva no es apropiadamente reforzada (premiada, aceptada…) no
se mantendrá en el tiempo pues la persona no las percibirá como algo positivo.
Por otro lado, si las conductas además son castigadas, se asociarán con
consecuencias negativas y se extinguirán.
-
La educación. Hace un tiempo, era muy
normal que los padres, maestros y educadores nos ayudaran a ser no asertivo.
Había que estar callado cuando hablaba una persona de más edad y darle siempre
la razón porque significaba una autoridad, o bien había que supeditarse a las
órdenes de nuestros superiores en todos los sentidos, sin que mediara un
diálogo solo por el simple hecho de que fueran nuestros padres o maestros. Esto
provocó que muchas personas no fueran conscientes de cuáles eran sus derechos
(Derecho a opinar, derecho a ser a pedir información, derecho a cometer
errores, a cambiar…)
-
Las creencias. Las creencias son
valoraciones subjetivas, opiniones, ideas o convicciones que poseemos sobre el
mundo, los demás o nosotros mismos. Son como esquemas mentales que guían
nuestra conducta. Las creencias se forman por la educación y por las
experiencias de la vida.
Por
ejemplo, una persona con la creencia de que debe ser aprobado por cualquier
persona y que teme al rechazo nunca será asertiva a no ser que empiece a
aprender a serlo, ya que necesita el afecto de los demás sobre cualquier cosa,
incluso sobre sí misma. Seguramente esta persona haya sido rechazada por
personas de su alrededor en su infancia o haya aprendido que el amor de los
demás y la aceptación es una necesidad en lugar de una preferencia. Por el
contrario, las personas con estilo de comunicación agresivo mantendrán ideas
del tipo “quiero esto y lo quiero ya y de este modo”. La educación de estas
personas en su infancia, se habría basado en la permisividad y el
consentimiento de todo cuanto el niño quería, con lo cual, están acostumbrados
a que no se les de un no por respuesta y a que consiguen todo lo que quieren.
El adulto agresivo se comportará como el niño malcriado del ayer, pero en el
mundo de los adultos.
sábado, 15 de noviembre de 2014
La trampa de la depresión
¿Qué es la depresión?
Con mucha frecuencia oimos que alguien está "deprimido" cuando ha tenido un mal día o las cosas no le han salido como esperaba. Pero la palabra depresión va más allá de un simple mal día, es un trastorno psicológico que puede llegar a ser muy grave, tan grave que puede conducir, en algunos casos, a la persona que la padece, al suicidio.
La depresión implica un estado de ánimo bajo y una pérdida importantísima de interés por cualquier cosa. La persona pierde la capacidad para disfrutar de lo que le rodea, para el placer. A nivel fisiológico se puede dar insomnio o hipersomnia, pérdida de apetito o aumento del mismo, cansancio casi constante o pérdida de energía, agitación o enlentecimiento...A nivel cognitivo (pensamientos) la persona lo ve todo con las gafas de color negro, se cree culpable de todo, se fija en todo lo que ha hecho mal o más bien cree que todo lo hace mal, piensa que el mundo está en contra suya y además cree que nunca saldrá adelante o que su situación o circunstancias no tendrán fin.
Es el trastorno psicológico más frencuente. Los estudios epidemiólogicos apuntan a que alrededor del 10-15% de la población generál está o llegará a estar deprimida. Afecta más a mujeres que a hombres con una proporción 1:3. Es decir, por cada hombre hay tres mujeres que están sufriendo depresión.
¿Por qué se origina y mantiene la depresión?
Hace años se pensaba que la depresión era una mera enfermedad biológica, es decir, ocurría porque la persona que la padecía albergaba desarreglos bioquímicos en su cerebro. Este modelo explicativo era sumamente reduccionista y además otorgaba un rol pasivo al enfermo que solo podía ser curado por un médico que tratara esos desarreglos (medicación antidepresiva y listo). El paciente por sí mismo no tenía nada que hacer. He de decir que aún hoy en día algunos profesionales siguen creyendo esta teoría tan simplista.
Estudios posteriores han puesto de manifiesto que para que una persona se deprima debe sufrir una "perdida de reforzadores" ¿y qué son los reforzadores? Los reforzadores son todos los acontecimientos, estímulos, situaciones, personas, acciones, cosas que nos resultan agradables, placenteras, satisfactorias...Pongamos el caso de una mujer que de repente pierde a su esposo con el que era feliz. Evidentemente pierde un reforzador (su esposo), pero no se reduce a eso, tambien pierde más reforzadores (salir a cenar con su esposo, dormir con su él, abrazarlo, hablar con él, ir al cine con él...). En un caso como este, la persona puede pasar un periodo lógico y normal de tristeza y desesperación y posteriormente recuperar su estado de ánimo normal, pero si no dispone de los recursos para afrontarla podría acabar deprimiéndose.
¿De qué depende? ¿Por qué unas personas se deprimen y otras no? Como hemos explicado en este blog muchas veces, dependerá de las creencias subjetivas de cada uno y de lo que piense sobre la situación. Hay personas que tras perder un empleo pueden sentir tristeza, enfado, pero que después piensan que pronto encontrarán otro, que lucharán por tener uno incluso mejor al que han perdido, etc. Otras personas, en la misma situación pueden deprimirse por pensar que nunca encontrarán un empleo, que si no tienen empleo no podrán pagar las facturas y casi que se ven muriendose de hambre debajo de un puente. Gastan todas sus energías en rumiar su situación y sus males en vez de buscar soluciones funcionales. Como hemos dicho en anteriores ocasiones: no es la situación la que provoca tu malestar, si no lo que piensas sobre la situación.
He aquí la trampa de la depresión:
Situación negativa y pérdida de reforzadores. Esto me lleva a tener pensamientos negativos ("nunca podré...""siempre seré...""es por mi culpa..."). Estos pensamientos a su vez me llevan a tener un estado de ánimo bajo. Es lógico. Si piensas así, ¿como vas a estar?. Al tener el estado de ánimo bajo se me quitan las ganas de hacer cosas y poco a poco voy perdiendo el interés por todo. Privarnos de realizar cosas que antes nos gustaban e interesaban se traduce como más pérdida de reforzadores (osea, me autoboicoteo) y además esta actitud confirma mis pensamientos negativos("no soy capaz de hacer nada", "ya ni mis amigos vienen a verme...") Esto provocará más estado de ánimo bajo y más reducción de actividades. Estamos ante el círculo vicioso de la depresión.
Nos vemos en el próximo post
Alicia Escaño
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