El análisis funcional es una de las herramientas claves que se usan en psicología. Se utiliza con el objetivo de organizar la información que el paciente nos ha facilitado de manera que podamos formular hipótesis sobre cuál es el origen del problema que nos presenta el paciente, cómo se presenta el problema y por qué se está manteniendo en la actualidad. Al organizar la información de esta manera, nos será más fácil explicar e hipotetizar sobre cómo se ha desarrollado el problema, por qué sigue y cómo podríamos tratarlo. Además, la presentación de toda la información así organizada, facilita la comprensión por parte del paciente, algo que le puede ayudar en el proceso de cambio.
Para realizar un buen análisis funcional, partimos de la base de que toda conducta tiene unos antecentes y unos consecuentes. Además, las conductas problema pueden presentarse en tres niveles de respuesta: cognitivo (pensamientos, recuerdos, imágenes mentales...), emocional/fisiológico (ansiedad, tristeza, insomnio, hiperfagia, temblores...) y conductual (dar explicaciones, vomitar, comprobar algo, evitar una situación...).
Por lo tanto, el primer paso para realizar un análisis funcional es averiguar de qué se queja el paciente, por qué viene a consulta, cuál es su problema (o problemas) y ordenar esta información según el triple sistema de respuesta y también en función de su duración, frecuencia e intensidad.
Por ejemplo: Paciente con trastorno obsesivo-compulsivo. El motivo de consulta es que está preocupado por que cada vez que toca algún objeto que ha tocado otra persona o algo que pudeira estar sucio, piensa que se va a contaminar y necesita lavarse las manos hasta notar que ya está limpio.
Respuesta a nivel cognitivo: pensar que me voy a contaminar, pensar que si toco a mi hijo lo puedo contaminar, pensar que algo sucio me puede transmitir una enfermedad, imaginar que mi cuerpo se contamina por mi culpa...etc.
Respuesta a nivel emocional/fisológico: ansiedad intensa y duradera, miedo intenso, aumento de la frecuencia cardíaca, sudores, temblores...
Respuesta a nivel conductual: lavarse las manos con jabón y luego frotarlas alcohol durante 15 minutos aproximadamente.
Como dijimos, las conductas problemas tienen unos antecedentes y unos consecuentes.
Con antecedentes nos referimos a aquellas situaciones, hechos, circunstancias ambientales, etc que facilitan que se produzca la conducta problema. Los antecedentes pueden ser variables de personalidad, que predisponen a que se pueda producir el problema pero no tienen por qué determinarlo (la personalidad perfeccionista en el TOC, por ejemplo). También pueden ser hechos históricos que ocurrieron en la vida de una persona en un momento determinado (problemas dermatológicos en la infancia), ciertos aprendizajes (madre muy estricta con la limpieza y el aseo). Por otro lado, existen antecedentes más inmediatos que más que predisponer, precipitan la ocurrencia de las conductas problema. Por ejemplo, en nuestro caso particular, entrar en un baño público, coger el bolígrafo que han cogido otras personas...
Los antecedentes nos ayudan a conocer cómo se originó el problema, que es lo que lo ha predispuesto y qué es lo que lo precipita. En ocasiones, eliminando antecedentes podemos ayudar a disminuir o eliminar ciertas conductas problemas, pero no en todos los casos es así, pues hay ciertos estímulos que no se pueden quitar. Por ejemplo, en nuestro caso en concreto, no tendría sentido que el paciente dejara de entrar en un baño público y que de esta manera dejara de tener obsesiones y compulsiones sobre contaminación/limpieza ya que alguna vez, no le quedará más remedio que entrar. Sin embargo, en un caso de obesidad si sería recomendable manejar los estímulos antecedentes (que el paciente no comprar dulces, que se lavara los dientes tras cada comida, que vaya a hacer la compra con el dinero justo...)
Por otro lado tenemos las consecuencias. Estas tienen lugar inmediatamente después de que se produzca la conducta problema y también a largo plazo. Son las mantenedoras de los problemas del paciente y las que son a corto plazo tienen más poder para mantener la conducta que las que son a largo plazo. Tras las consecuencias se producen las contingencias, es decir, los refuerzos y castigos que hacen que la conducta se vuelva a producir o no en un futuro y se cronifique. Por ejemplo, en nuestro caso de TOC. La consecuencia de lavarse las manos con jabón y alcohol sería aliviar la ansiedad que siente la persona por creer que se va a contaminar. Este hecho ejerce de refuerzo de la conducta, ya que el alivio es algo positivo con el que se elimina un malestar (la ansiedad). El paciente, de esta manera, no puede comprobar si sus creencias sobre la contaminación son ciertas ni tampoco se habitúa a su ansiedad, por lo que nunca se reduce. La próxima vez actuará de la misma manera ya que "le sirve" para quitarse la ansiedad (momentáneamente). A largo plazo, aumentará su ansiedad aún más, se sentirá como un bicho raro, limitará su vida, por lo que pueden aparecer sentimientos de depresión, baja autoestima...etc.
Por lo tanto, como se puede deducir del análisis funcional, el tratamiento irá enfocado sobretodo a eliminar las conductas compulsivas de limpieza del paciente para que no se produzca ese alivio que actúa de refuerzo, si no que el paciente se exponga a ese miedo, a esa ansiedad a contaminarse y compruebe como en realidad esto no ocurre y fisiológicamente su ansiedad vaya disminuyendo poco a poco. Por otro lado, la terapia cognitiva sobre los pensamientos irracionales de contaminación sería recomendable. Aunque en concreto los pacientes con toc saben que sus ideas obsesivas son irracionales y absurdas (egodistónicas), la terapia sobre los pensamientos puede ayudar y apoyar a la terapia conductual.
Espero que os sirva de ayuda...hasta el próximo post!! =)
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