Imagina que estás durmiendo plácidamente en tu cama. Son las 4 de la
madrugada y todo está en silencio. De repente, un ruido fuerte, extraño e
inesperado interrumpe tu sueño y te hace saltar de la cama. ¿Qué ha
sido eso?
Cuando nos encontramos con una situación, las personas
generamos pensamientos acerca de dicha situación. Evidentemente, no
todas las personas tenemos los mismos pensamientos, por lo que no todas
las personas reaccionamos de la misma manera ante una misma situación.
Volvamos al ejemplo anterior. En esta situación, una persona cualquiera
podría pensar: ¡Oh Dios mío!...seguro que es un ladrón y estoy
sola...llamaré a la policía....
Sin embargo, otra persona
cualquiera podría pensar: Otra vez el viento, seguro que ha tirado uno
de los libros de la estantería, tendré que levantarme a recogerlo y
ponerlo en su sitio, y ya de paso, cerraré la ventana.
Está
clara cuál es la diferencia, ¿no? Una de estas personas tiende a pensar
de forma negativa sin tener más evidencias a favor de su interpretación
que un ruido fuerte. Evidentemente esta persona generará a raíz de sus
pensamientos, sentimientos de ansiedad, miedo, angustia....y
comportamientos como llamar a la policía, gritar...
Sin embargo,
la otra persona, tampoco sabe con certeza a que se debe ese ruido, pero
ha sido más realista a la hora de interpretar la situación, ya que si te
has dejado las ventanas abiertas y hace viento es mucho más probable
que el ruido se deba a esto que a un ladrón que ha entrado. Sus
sentimientos serán de tranquilidad, calma, confianza...y su conducta
será ir a echar un vistazo, recoger el objeto que se ha caído, cerrar la
ventana y volverse a dormir.
Como se puede apreciar, no son
las situaciones de la vida las que provocan nuestro malestar o
sufrimiento, si no que somos nosotros mismos, con nuestros pensamientos,
los que nos generamos las emociones. Esto es muy positivo, ya que si
las situaciones o el ambiente externo fueran los responsables de mis
sentimientos, ya sean buenos o malos, nunca podríamos tener control para
cambiar lo que no nos gusta, seríamos dependientes de las situaciones,
ya que hay situaciones que JAMÁS podremos cambiar.
Sin embargo,
sí puedo aprender a cambiar mi forma de interpretar la situación. Se
puede aprender a racionalizar, a pensar en términos de probabilidades, a
relativizar y a pensar de manera realista y adecuada, para de esta
manera, provocarnos a NOSOTROS MISMOS el menor sufrimiento posible y
que, en consecuencias, podamos realizar las conductas y comportamientos
más adecuados o que más nos benefician. Pensamientos, emociones y
conductas son como tres engranajes que se influencian mutuamente, las
situaciones externas, por lo tanto, son solo una ocasión, por así
decirlo, para tener ciertos pensamientos o emociones, pero no los
determinan. Los últimos responsables de nuestra felicidad o nuestro
malestar, somos nosotros.
Profundizaré más en un próximo post.
Saludos!!
Alicia Escaño.
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